Catalogo Foscarini Maestrie
187 Mastery 186 Maestrie artesanal no sirve, por tanto, a justificar una calidad superior, sino más bien para demostrar la capacidad de la manufactura italiana de promover variedad y personalización. Mezclando – sin simulaciones – todo lo que es el resultado de un proceso de estandarización de tipo industrial y lo que emerge como contribución de cada uno. En este sentido, la evolución del diseño tiene que avanzar a la par con la transformación de esas pequeñas y medianas empresas que constituyen el sistema del suministro. Su evolución tiene que promover elementos de racionalidad empresarial junto con aspectos de manufactura artesanal claramente reconocibles. Tiene que ser capaz de desarrollar una cultura del digital que esté al día y mantener un gesto humano de forma económicamente sostenible. Cuanto más se pide al proyecto que incluya elementos susceptibles de estar realizados por una mano experta, más las empresas que actualmente se encuentran en las redes que participan en la cadena de suministro del diseño tendrán que reflexionar sobre su trabajo de manufactura. Se trata de promover automatización y racionalización digital y de desarrollar al mismo tiempo la experiencia y el gesto de artesanos clásicos. Es probable que una artesanalidad afinada y organizada pueda efectivamente hacernos populares en el mundo. Constituye un elemento de identificación en la planificación y en la organización de una manufactura distinta. Es nuestro punto de fuerza y quizá también nuestro límite. Una estética de la diversidad “Cuando pusimos en marcha el proyecto del que tomaron forma las lámparas Rituals pensamos en primer lugar en una sensación”. Cuando Roberto Palomba explica el nacimiento de una de las lámparas más logradas de Foscarini, recorre todo el esfuerzo de imaginación que se transformó, tras dos años de trabajo, en un objeto de vidrio especialmente sofisticado. El objetivo del proyecto era desarrollar una lámpara capaz de generar una luz llamativa, capaz de acompañar la vida de la casa haciendo las veces de antídoto contra las preocupaciones del mundo. Una luz vibrante, que sólo el vidrio podía garantizar. El camino que llevó a la puesta a punto del prototipo no fue sencillo. La intuición inicial encontró una ayuda en la experiencia de Giancarlo Moretti, fundador, y todavía administrador en la actualidad, de Vetrofond. Los biselados tenían que permitir que la luz filtrara garantizando una iluminación coherente con la intuición inicial. También la elección del color, el blanco, representó un reto a nivel de prototipo y de producción en serie. El molde y las elaboraciones sucesivas tenían que estar en línea con un precio de mercado que convirtiera la lámpara en un objeto accesible a una amplia audiencia de potenciales compradores. El resultado final, la lámpara Rituals en catálogo para Foscarini desde el 2013, es el resultado de un diálogo y de un intercambio entre protagonistas que comparten la atención prestada a la calidad del proyecto. Lo que sorprende de Giancarlo Moretti es la capacidad de unir artesanalidad y organización de empresa, saber hacer artesanal y atención en los gastos. La cristalería de Casale sul Sile es un lugar mágico, donde maestros del vidrio, “serventi” (primer aprendiz) y “serventini” (segundo aprendiz), se mueven entre hornos y plazas como un baile sin tregua. Cabe preguntarse cómo pueden trabajar tantas personas en espacios tan angostos sin crearse problemas los unos a los otros. A este movimiento de hombres y cañas, sorprendente también para quien conoce la vida de una fábrica de vidrio, se le puede decir de todo menos que es desordenado. Cada posición está ocupada por un artesano especializado en algunas elaboraciones específicas para valorizar las inclinaciones de cada uno. Un poco por todas partes se realizan experimentaciones tecnológicas inesperadas, capaces de evitar a las personas actividades repetitivas sin un especial valor añadido. Giancarlo Moretti reivindica un doble récord. Es consciente que el saber hacer acumulado en Vetrofond es una garantía para quienes deseen desarrollar un producto innovador. “Si llegan a Vetrofond cien dibujos de nuevos proyectos en un año, conseguimos desarrollar noventa y ocho. En otras fábricas de vidrio es difícil que se llegue a veinte”. La experiencia acumulada en cincuenta años, a través de colaboraciones consolidadas con las principales empresas del diseño italiano, han permitido que Moretti se convierta en un interlocutor privilegiado de los proyectistas más exigentes. La contribución de Vetrofond no se limita al desarrollo. El esfuerzo imprimido en estos años a toda la organización transforma esta realidad en un ejemplo de racionalidad económica por lo que se refiere a la contención de los gastos y a la puntualidad en las entregas. El saber hacer a disposición de Vetrofond está organizado y estructurado de tal forma que convierte esta fábrica de vidrio en una fábrica competitiva con otras elaboraciones de carácter industrial en sentido estricto. Sorprende el esfuerzo de mejora continua y de atención a los límites que ha sido capaz de aplicar esta fábrica de vidrio. Gracias al compromiso asumido por lo que se refiere a la organización y a la tecnología, actualmente es posible obtener productos mágicos a precios accesibles. Una lección de la que toda la cadena de suministro del diseño tiene que sentirse orgullosa. El placer de experimentar “No se puede hacer”. El nacimiento de la lámpara Aplomb conoció más de un problema al inicio. El mensaje “No se puede hacer” se encuentra todavía en una tabla de proyecto que Lucidi y Pevere habían enviado a Crea, la pequeña empresa de Darfo donde actualmente se fabrican sin interrupción las lámparas Aplomb. “No se puede hacer” es lo que había escrito Giovanni Piccinelli a sus hijos Carlo y Ottavio después de haber visto los espesores que los dos diseñadores de Palmanova habían sugerido para la primera lámpara en cemento propuesta en el mercado con estas técnicas específicas. Dos centímetros era una cuota demasiado limitada para las elaboraciones tradicionales. Resultaba difícil realizar un molde adecuado, así como encontrar un material que respondiera al reto que sugería el proyecto. Crea proviene del mundo de la construcción, donde la clasificación de los tamaños es distinta, donde los pesos son de una magnitud superior, donde los moldes necesitan geometrías sobre formatos claramente más extendidos. Cómo abordar algo tan pequeño y tan fino? En realidad, Giovanni Piccinelli ha sido siempre un artesano curioso, un inventor, un descubridor. Como muchos otros grandes artesanos italianos no ha perdido el placer de probar y experimentar. Experimentar mezclas y nuevos materiales ha sido siempre una pasión. Crear moldes ha sido una habilidad que Piccinelli ha desarrollado con su propia pasión y su propio tesón. como Vistosi y Barovier&Toso habían elaborado, ya en aquella época, una propia cifra proyectual. Esta cifra faltaba todavía en la producción de Foscarini. Se necesitaba un producto que fuera capaz de imprimir una dirección al trabajo de la empresa y lanzar una clara señal al mercado. La lámpara Lumiere preparada por Rodolfo Dordoni representó la manifestación de la estética Foscarini y escribió una página importante en la historia de la empresa. El proyecto de Lumiere nació en el año 1990 en colaboración con una empresa, la Vetrofond, que había dejado desde hacía poco Murano para establecerse en la parte continental de Venecia. Foscarini, unida a la tradición del vidrio soplado, quería hacer constar su propia contemporaneidad desarrollando un proyecto capaz de mantener unido el aspecto poético típico del vidrio soplado y una tecnología actual. La idea tomó forma en un croquis informal, un sombrero en vidrio soplado apoyado sobre una base de aluminio moldeado a presión. Los tiempos entre la intuición y el desarrollo del producto fueron breves. El producto salió integrando los dos tamaños, el más artesanal unido a la tradición veneciana y el más industrial unido al uso del aluminio. El péndulo – explica Dordoni - oscilaba en la dirección de una estética más unida a la utilización de nuevos materiales. Foscarini proponía un diálogo entre mundos distintos, sugiriendo un equilibrio original que se convirtió en el rasgo característico de un proyecto a largo plazo. Después de veinte años la lámpara se ha sometido a una renovación de imagen de la que se ha ocupado el propio Dordoni. La renovación ha permitido desarrollar una serie de soluciones innovadoras, algunas de las cuales están destinadas sólo a un público reducido. Se han renovado los colores, se ha introducido una variante en vidrio tipo espejo, se han modificado también las proporciones y el rasgo en la versión XXS-XXL. No se ha pretendido diseñar una nueva lámpara. Se ha tratado del mismo objeto, pero con un acento distinto. El péndulo se ha movido en una dirección contraria respecto a la que había caracterizado el proyecto inicial. Ha empujado hacia un mayor énfasis en el saber hacer artesanal y en el reconocimiento de la calidad manufacturera que Vetrofond es capaz de expresar. Las razones de este nuevo énfasis tienen que buscarse en una sensibilidad de la demanda en gran cambio. Respecto al pasado, quien se acerca al objeto de iluminación busca un producto que sepa declarar con honradez su especificidad y su matriz cultural. Pero esto no significa necesariamente objetos hechos completamente a mano – como destaca Dordoni. “La demanda pretende una manufactura capaz de transmitir una emoción que a menudo está relacionada con detalles y características que provienen de una producción de tipo artesanal”. Se trata de una cuestión de honradez, se trata de declarar cómo una manufactura artesana contribuye de forma efectiva en la realización de un determinado producto y cómo esta dimensión se vuelve comprensible a una mirada educada. Una idea de calidad que cambia Una idea de calidad distinta. Sobre este terreno se juega un reto importante del diseño italiano. Es sobre este nivel que Italia está llamada a desarrollar una idea de valor específica. Durante muchos años, las empresas italianas han tenido a los productores alemanes como punto de referencia respecto a una idea de calidad, entendida como respeto de estándares técnicos a los cuales adaptarse de forma rigurosa. Para muchos fabricantes italianos del sector, el estándar operativo es un objetivo que ya se ha alcanzado. En la feria del mueble de Colonia, el producto Made in Italy ha dejado de sentir ese temor reverencial. El hecho es que la empresa italiana está llamada a expresar algo más. Está llamada a promover objetos de calidad superior, capaces de transmitir una emoción, de comunicar el valor cultural del saber hacer, de activar empatía con estilos de vida y modelos sociales. Cómo superar una idea de calidad entendida como estandarización para promover un proyecto de calidad entendido como activación de nuevas relaciones sociales y culturales? El debate no es nuevo. Algunos de estos temas forman parte de esa reflexión que hace más de un siglo promovió el movimiento Arts and Craft, a finales del 1800, y que ha sabido atravesar, de forma más o menos visible, todo el siglo pasado. John Ruskin y William Morris han imaginado siempre que la idea de calidad no se limitaba al respeto de simples parámetros ejecutivos, sino que tenía que ver con la valorización de la subjetividad del fabricante, con la posibilidad de crear una conexión viva e intensa con la sensibilidad y con la cultura de quien ha fabricado una determinada manufactura. El aprendiz escultor que trabajaba en la obra de la catedral gótica, con su rasgo en el acabado de una gárgola, dejaba una marca personal de su esfuerzo en un gran proyecto colectivo. Cuando observamos esas catedrales vemos a una población en movimiento, un conjunto de vidas que participan en un esfuerzo que supera el valor de cada individuo y que, en cualquier caso, los engloba y los respeta. De la misma forma, la manufactura italiana tiene que ser el testigo de la inspiración y de la habilidad de su manufactura en el proceso de fabricación de una lámpara, de un armario o de una cocina. Toda la cadena de suministro tiene que demostrarse capaz de albergar los rasgos de esta capacidad expresiva y de proponerlos en el mercado de forma comprensible. El proyectista, concretamente, tiene la responsabilidad de dejar un margen de calidad expresiva sin que ello pueda perjudicar la instalación global de la producción de una manufactura de calidad. También en otros campos esta demanda de calidad se ha convertido en un aspecto diferencial del producto. En el mundo de la moda y del lujo, el retorno a la artesanía ha representado el instrumento para justificar un premio a un precio a menudo sorprendente. Grandes marcas del lujo han aprendido a comunicar las habilidades específicas que son la base de sus producciones. Por ello han promovido un nuevo interés hacia el trabajo artesanal y han contribuido a proponer de nuevo su papel económico y social. En muchos casos, este esfuerzo ha ido más allá del perímetro propietario de la propia empresa para sostener escuelas, muestras, fundaciones que han contribuido a activar el valor del saber hacer y una idea de calidad íntimamente relacionada con el gesto educado del hombre. Si tantas maisons de la moda y del lujo pueden colocar actualmente su propio producto dentro de gamas de precios especialmente difíciles es, sobre todo, porque en estos años la relación existente entre estilo, proyecto y saber hacer ha recuperado su visibilidad. La tradición democrática del diseño italiano hace que esta estrategia sea poco practicable. La contribución del saber hacer
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